Silvia Trujillo y el renacer del abanico como símbolo de moda, arte y feminidad

En una época saturada de estímulos digitales, Silvia Trujillo se convierte en un refugio visual donde lo manual, lo emocional y lo artístico dialogan con el cuerpo y la moda. Es un retorno al objeto con alma, a la belleza que no se agota en el primer vistazo. Porque en cada uno de estos abanicos hay una historia que espera ser contada. Y cuando se abre, el viento no solo refresca: susurra memorias, secretos, fantasías. Y todo comienza con una muñeca.

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7/2/20256 min read

Editorial - entrevista a la diseñadora Silvia Trujillo y sus Abanicos
Editorial - entrevista a la diseñadora Silvia Trujillo y sus Abanicos

En el instante exacto en que el arte y la moda se rozan, ocurre algo excepcional. De ese cruce luminoso nace el trabajo de Silvia Trujillo, artista multidisciplinar que transforma uno de los objetos más tradicionales y cargados de simbolismo del imaginario español —el abanico— en una pieza de diseño contemporáneo.

Su marca, Silvia Trujillo, no solo recupera una práctica artesanal en vías de extinción, sino que la lleva a un nuevo nivel creativo con su colección más personal: "Mi Colección de Muñecas", presentada a través de la firma @di.abani, especializada en abanicos de autor con proyección internacional.

Cada pieza de esta colección encierra una historia. No hay ornamento vacío ni detalle superfluo. Los abanicos se convierten en microcosmos emocionales, habitados por muñecas pintadas a mano con un estilo naíf que no es solo estético, sino narrativo. Estas muñecas —tiernas, dulces, coquetas, simbólicas— son reflejo de una feminidad soñada, reinterpretada desde la inocencia y la fantasía. Están acompañadas de elementos que amplifican su identidad: tocados, lazos, flores, encajes, pequeñas joyas visuales que las convierten en protagonistas de un cuento que se despliega al abrir el abanico.

El arte de lo íntimo

La técnica elegida por Trujillo, la pintura acrílica, ofrece intensidad cromática y precisión en el trazo. Pero su verdadera magia radica en la narrativa: en cómo logra hacer que cada muñeca tenga alma, mirada, actitud. La estética se nutre de la corriente naíf, pero no se detiene en la ingenuidad: hay nostalgia, deseo, ironía, hasta cierto guiño kitsch cuidadosamente equilibrado.

Esta propuesta no nace desde el diseño industrial ni la moda seriada. Es una declaración de amor por lo artesanal, lo hecho a mano, lo único, en un tiempo que reclama autenticidad con más fuerza que nunca. Y lo hace desde una diseñadora que conoce el cuerpo, la imagen y la escena desde múltiples ángulos: Silvia Trujillo es pintora, modelo y creadora visual. Su experiencia en cada uno de estos ámbitos se entrelaza para construir piezas que no solo complementan un estilismo, sino que lo definen.

Fotógrafo de Bodas . Ramiro Cruz - fotógrafo - filmmakerFotógrafo de Bodas . Ramiro Cruz - fotógrafo - filmmaker

La moda como escenario

La editorial fotográfica que acompaña la colección potencia su valor artístico. Lejos de construir un entorno recargado, el estilismo propuesto abraza una sobriedad elegante que actúa como un marco silencioso para los abanicos. Prendas negras con ribetes blancos sutiles, cortes limpios y tejidos naturales generan un contraste sutil con la riqueza cromática de las piezas. El resultado: imágenes donde el abanico se impone como signo de identidad, como un emblema que transforma el conjunto entero con solo un gesto.

Cada foto es una coreografía del detalle. El abanico no está simplemente “sostenido”: es empuñado como un talismán, acercado al rostro como una máscara, abierto como un secreto. La cámara capta ese juego entre objeto y cuerpo, entre el accesorio y la emoción que convoca. Porque lo que Trujillo propone va más allá de la estética: es un retorno al gesto, a la teatralidad del complemento, al arte de vestirse como un acto performático y consciente.

Una mirada hacia el futuro

La colección “Mi Colección de Muñecas” es solo el primer capítulo de un proyecto más amplio. Silvia Trujillo ya trabaja en la expansión de este imaginario hacia otros territorios textiles: pañuelos, bolsos, prendas de vestir. La muñeca como icono puede mutar de soporte, pero seguirá siendo el corazón simbólico de su universo creativo.

En una época saturada de estímulos digitales, Silvia Trujillo se convierte en un refugio visual donde lo manual, lo emocional y lo artístico dialogan con el cuerpo y la moda. Es un retorno al objeto con alma, a la belleza que no se agota en el primer vistazo.

Porque en cada uno de estos abanicos hay una historia que espera ser contada. Y cuando se abre, el viento no solo refresca: susurra memorias, secretos, fantasías. Y todo comienza con una muñeca.

En cada pincelada, Silvia Trujillo nos abre una ventana a su mundo: un universo donde la fantasía convive con la elegancia, y donde cada abanico no es solo un accesorio, sino un relato íntimo cargado de símbolos, color y memoria. Para entender mejor la inspiración que da vida a estas piezas únicas, conversamos con la propia artista y diseñadora. Hablamos de muñecas, de identidad femenina, de arte hecho a mano y del poder de un gesto tan sutil como el de desplegar un abanico. Porque detrás de cada creación, hay una historia que merece ser contada… y escuchada.

1. ¿Qué te llevó a elegir la figura de la muñeca como símbolo central de tu universo creativo?
Siempre he sentido fascinación por las muñecas. Me enamora la dulzura y coquetería que transmiten, esa esencia infantil tan llena de encanto. Además, me ofrecen infinitas posibilidades: puedo decorarlas, personalizarlas y adaptarlas a cualquier prenda o estilo. Se convierten en pequeñas musas, capaces de contar historias con una sola mirada.

2. Tus abanicos parecen hablar, susurran historias. ¿Qué papel juega la narrativa en tu proceso de diseño?
Cada pieza nace con una intención. Cuando alguien quiere personalizar un abanico, trabajo con detalles únicos: un peinado especial, una joya significativa, un estampado querido… También me inspiro en su país de origen, en los colores de su piel, ojos o cabello. La narrativa es emocional y visual, y convierte cada abanico en un retrato de identidad.

3. Como pintora y modelo, ¿cómo influye tu percepción de la imagen y el cuerpo en tus creaciones?
Mi sello es la elegancia, y todo en mis diseños responde a esa búsqueda. La composición cromática es clave para que cada abanico dialogue con el estilismo de quien lo lleva. Pienso en cómo la pieza se integra con el cuerpo y lo embellece. El abanico, bien llevado, tiene tanta fuerza como una joya.

4. ¿Qué valor tiene para ti mantener viva la técnica artesanal en un mundo cada vez más industrializado?
La artesanía tiene alma. Cada trazo, cada detalle habla del tiempo, del cariño, de la intención con la que ha sido hecho. Las piezas industriales son repetitivas, impersonales. En cambio, mis abanicos son únicos, tienen carácter y una belleza que perdura, que no pasa de moda, que emociona.

5. Has dicho que cada muñeca tiene su personalidad. ¿Te inspiras en personas reales o en emociones tuyas?
Ambas cosas. Algunas nacen inspiradas en personas reales: su cultura, su estilo, sus colores. Otras surgen de emociones, de una estética que me gusta: esa dulzura coqueta, ese aire naïf tan encantador. Hay un matiz en común entre todas… pero prefiero dejarlo como un pequeño misterio para que el público lo descubra.

6. ¿Consideras tus abanicos como un complemento o como el eje central de un look?
Pueden ser ambas cosas. Tienen la capacidad de transformar un estilismo básico en algo sofisticado. No son abanicos convencionales, son piezas únicas con un diseño innovador. Y además, cuido mucho que el calado, el color y el montaje —hecho por los artesanos valencianos de @diAbani— se integren con mi pintura. Es un diálogo perfecto entre técnica y arte.

7. El color tiene un protagonismo evidente en tus piezas. ¿Cómo consigues ese equilibrio entre dulzura, coquetería y elegancia?
Trabajo con acrílico y me inspira mucho la estética naïf, esa visión de un mundo colorido e ingenuo. Pero también sé cuándo suavizar: uso tonos pastel para transmitir delicadeza, y dorados para añadir luz y sofisticación. Siempre busco una armonía visual que conmueva y seduzca.

8. ¿Cuál ha sido tu mayor reto al presentar tus abanicos como moda y no solo como piezas decorativas?
Fue un desafío convertirlos en protagonistas de una pasarela. Pero tuve la oportunidad de hacerlo en Modavisión, en Madrid. Ver mis abanicos desfilar y recibir los aplausos fue muy emocionante. Ahora, seguiré ese camino con nuevas presentaciones, como la próxima en Atelier Secreto, un espacio donde la moda, el arte y la gastronomía conviven.

9. ¿Qué te gustaría que sintiera una mujer al sostener uno de tus abanicos?
Que se sienta hermosa, única, femenina. Que lo use con ese aire coqueto que todas tenemos, sin perder funcionalidad. Mis abanicos son versátiles: pueden acompañarte en la playa con un bañador o en una gala con un vestido de alta costura. Tienen carácter y elevan cualquier outfit.

10. ¿Hacia dónde te gustaría llevar esta fusión de arte, feminidad y diseño?
Quiero seguir explorando este universo y trasladarlo a prendas de vestir, bolsos, pañuelos… Siempre con ese sello de estilo, exclusividad y elegancia. Mi experiencia como pintora, modelo y ahora diseñadora me permite fusionar disciplinas y crear algo realmente único. Eso es lo que me motiva: ofrecer piezas que emocionen y sorprendan.

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