Granada que emociona: paisajes, historias y cocina con alma
Los destinos importan. Pero lo que transforma un viaje en un recuerdo imborrable son los detalles: la calidez, la dedicación y el amor con que se cuida cada momento.
TURISMO


Fotografía: Miguel Angel Sánchez / Fijet-Spain
Granada enamora. Su historia milenaria y su belleza innegable van más allá de la icónica Alhambra. En un viaje organizado por FIJET y TUR Granada, tuve la oportunidad de adentrarme en lo más profundo de esta joya andaluza: desde montañas nevadas hasta barrios históricos, pasando por una gastronomía que une la tradición con la innovación. Fue una travesía de descubrimientos y sorpresas que me reveló la verdadera esencia de Granada: una ciudad con alma, capaz de tocar a cada visitante de forma única.


El encanto del Albaicín
Uno de los momentos más memorables fue la visita al Albaicín, el antiguo barrio musulmán de Granada. Guiados por Antonio Vega, un apasionado experto en historia local, recorrimos sus laberínticas calles mientras él nos narraba con emoción y sabiduría la vida de sus primeros habitantes. En algunos momentos, incluso hablaba en la antigua lengua de los musulmanes, lo que añadió una autenticidad inesperada y conmovedora a la experiencia.



La magia de la Alpujarra
La siguiente parada fue la Alpujarra, una región montañosa conocida por sus pueblos blancos y su energía serena. Con Fernando Roca Díaz como guía —amante de la naturaleza y la historia— nos adentramos en senderos que nos conectaron íntimamente con el paisaje y con las civilizaciones que alguna vez lo habitaron. Su forma de contar y de vivir la montaña nos envolvió en una sensación de paz, como si perteneciéramos a ese lugar desde siempre.


Capileira: naturaleza, confort y sabor
En Capileira, el pueblo blanco más alto de la Alpujarra, me alojé en el encantador Hotel Finca Los Llanos. Rodeado de montañas, silencio y aire puro, este refugio es perfecto para quienes buscan desconectar y reencontrarse con la naturaleza.
En su restaurante, Gloria, descubrí una cocina que respeta los sabores de siempre, elaborada con ingredientes frescos y mucho cariño. Cada plato —desde la cena hasta el variado desayuno— reflejaba la calidez del lugar: frutas frescas, panes artesanales, quesos locales, zumos naturales y huevos al gusto. Un festín que alimenta cuerpo y alma.






Sabores con alma: aceite OMED y vinos del Señorío de Nevada
Granada también se descubre a través de sus sabores. Dos visitas marcaron mi viaje: la almazara de OMED y la bodega Señorío de Nevada.
OMED: el oro líquido andaluz
En un entorno donde los olivares se funden con el horizonte, conocí el proceso detrás del aceite OMED: desde la cosecha hasta la extracción en frío. El resultado es un aceite galardonado internacionalmente, símbolo de tradición, respeto por la tierra y excelencia. Más que un ingrediente, es una experiencia sensorial.


Señorío de Nevada: vinos con vistas
A pocos kilómetros de Granada capital, esta bodega entre viñedos y montañas es un homenaje a la fusión entre tradición y modernidad. De la mano de Esperanza, recorrimos las instalaciones, aprendimos sobre la elaboración y, sobre todo, sentimos el amor que hay detrás de cada botella. Una copa allí es una celebración de los sentidos… y de la tierra.


Mi primera vez en una pista de esquí
Aunque había visto la nieve antes, nunca había pisado una pista de esquí. Lo hice por primera vez en Sierra Nevada y la experiencia fue absolutamente transformadora.
La adrenalina de subir en moto de nieve en la zona de Borreguiles, el frío en el rostro, el rugido del motor atravesando la nieve blanda… Todo se combinó en una emoción indescriptible. Desde lo alto, contemplar Granada y las montañas nevadas me reveló un contraste fascinante: en pocas horas, puedes pasar del blanco invernal a la brisa cálida del Mediterráneo. Un privilegio que solo ofrece este rincón del mundo.
Alcadima: cinco generaciones de amor por la cocina
En Lanjarón, encontré un rincón que va más allá de lo gastronómico: el Hotel Alcadima. Allí, cada plato es una historia, y cada historia es una herencia. El director, A. Gonzalo Rodríguez, nos recibió como a familia, compartiendo con orgullo la trayectoria de cinco generaciones que han mantenido viva la tradición de servir con el corazón.
Durante el almuerzo, nos prepararon un plato especialmente para nosotras, cocinado en el momento con ingredientes frescos y emoción sincera. No recuerdo su nombre… pero sí su sabor: intenso, delicado, conmovedor. Fue como revivir un recuerdo de infancia elevado a arte. Un verdadero homenaje a la vida y a la tierra.









El Asador y el plato que lleva mi nombre: el “Volcán de Sidi”
De todos los lugares visitados, uno en particular me marcó profundamente: el restaurante El Asador. Desde el primer momento, sentí que estaba en casa. José Luis, su dueño, nos recibió con una calidez difícil de encontrar.
Y entonces llegó el plato. Pregunté su nombre. Él respondió: "Queso al horno". Pero aquel bocado fue mucho más: una mezcla explosiva de texturas, dulzor, salado e intensidad que me hizo exclamar:
—“Este plato debería llamarse Volcán de Queso.”
José Luis sonrió y, sin pensarlo mucho, dijo:
—“Pues que se llame Volcán de Sidi.”
Ese gesto convirtió un plato en un recuerdo eterno. Hecho de queso de cabra al horno, bacon crujiente y mermelada de mango, el Volcán de Sidi es sabor, emoción y conexión. Si alguna vez visitas Granada, ve al restaurante El Asador. Pide ese plato. Y vive la magia de sentirse reconocido a través de la cocina.
Viajar con propósito: cuando una agencia convierte un viaje en un cuento
Los destinos importan. Pero lo que transforma un viaje en un recuerdo imborrable son los detalles: la calidez, la dedicación y el amor con que se cuida cada momento. Por eso, quiero agradecer a la agencia TUR Granada. Sin su pasión y profesionalismo, este viaje no habría sido el mismo.
Gracias por demostrar que viajar no es solo cambiar de lugar, sino también dejarse tocar por lo auténtico, por lo humano, por lo que realmente importa.
Granada me dio paisajes, sabores, emociones y nombres propios que ya son parte de mí.
- Un destino que no se olvida.
- Una experiencia que marca.
- Una historia que contar… una y otra vez.

